viernes, 25 de mayo de 2012

Imposible o improbable


De los altavoces marrones color madera recién pulida salía la música a todo volumen, Sandra sentada en aquel sofá azul celeste de la azotea de aquella casa sin igual, de aquel lugar donde siempre se había encontrado como en su casa, con un botellin de cocacola de esos recién salidos del bar, unos vaqueros blancos y una camiseta verde sin mangas, disfrutaba de aquel sol que en la mañana de verano se relucía mas que ningún otro día.
A ella la gustaba ponerse morena, esperar días y días frente aquella puesta de sol, aquel amanecer o aquel sol abrasador del mediodía a que su príncipe morado, como decía ella, viniese a buscarla y se le llevase en una limusina con su canción a todo volumen. Había estado soñando, planeando y decidiendo aquel día, horas y horas, lo que no sabia es que aquello que tanto anhelaba no sucedería, no ese día, bueno si que lo sabía, pero aquella chica de dieciocho años prefería vivir en una infancia soñada, en un cuento de hadas. Ella creía en los cuentos de hadas, aun tenia la esperanza, porque de pequeña la enseñaron que los sueños, si los persigues siempre se cumplen y que hasta tus mayores deseos pueden hacerse realidad, que no hay nada que sea imposible, si no improbable, porque lo imposible es por definición probable.