Ya ha amanecido, Ana se despierta, el Sol de la mañana entra por las persianas y el piar de los pájaros se oye a lo lejos, se levanta de un salto y sube la persiana, sonríe, los pajaros vuelan por el patio de aquella casa antigua, el cielo azul, más bonito que nunca se refleja en aquel pantano lejano y el verde de la pradera contrasta con el blanco de las margaritas. Abre la ventana y nota cómo su pelo se mueve al son de la brisa de la mañana y le llega el olor a nuevo día, que tanto la recuerda a aquellos días nublados...Y sin mediar palabra, con el pelo al viento, a Ana se le escapa una lágrima que corre solitaria por su mejilla, que va en busca de alguien que no la deje caer al vacío y la recoja con sus manos...
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