No podía más, con aquel vestido tan caro, los zapatos de tacón en la mano y el pelo recogido salí bajo la lluvia, a que mis lágrimas se confundiesen con el agua, a que mi rimel se corriese por mi cara y la dejase negra, a soltarme el pelo para que el agua callese mejor sobre mí...
Pensaba en lo que había pasado durante el día, en que no había derecho a sufrir por alguien que no sufre por ti, alguien que solo juega contigo, alguien que simplemente te tiene como una más y punto, me senté en un banco y me quede horas esperando a que pasase alguien a recogerme, a que llegase mi príncipe azul subido en una moto y me dijese: sube princesa... Pero no vino nadie, por la calle solo pasaban borrachos a toda prisa porque llegaban tarde a sus casas y sus mujeres preguntarían o chicas de la limpieza que salían a esas hora de trabajar y corrían despavoridas a coger ese último tren de la noche para no tener que volver andando o jóvenes que salían de una fiesta cogidos de la mano y disfrutando...
Pero mi príncipe azul, ¿dónde esta mi príncipe azul? Parece que los cuentos nunca se hacen realidad y que solo nos crean falsas espectativas de la vida, habrá que seguir esperando a que un día llegue mi príncipe azul, mi media naranja o como queráis llamarlo, pero por ahora sigo sola, sentada en este banco con el agua callendo sobre mi y esperando a alguien o a algo...
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